Molino Jabonero, price Molino Mariano, San Antonio del Jabonero.
En el cauce del río Guadalhorce, a unos kilómetros de Villanueva del Trabuco, se encuentra Molino Jabonero. Propiedad de mi familia desde 1929 cuando fue adquirido por mi bisabuelo, pasando posteriormente a manos de mi abuelo y en la actualidad en las de mi madre.
La historia del Molino Jabonero se remonta a principios del S. XVII.
El nombre primitivo, y como tal consta en las escrituras, era el de San Antonio del Jabonero, posteriormente sería denominado Molino Jabonero, y durante muchos años conocido como Molino de Mariano, en referencia a mi abuelo.
El Jabonero fue uno de los molinos maquileros que existieron en los márgenes del Alto Guadalhorce. En este tramo discurren sus aguas regateando entre una hilera de chopos, sauces y fresnos. Las rentas del molino procedían exclusivamente de lo que se obtenía de la maquila, la porción del grano molido que los campesinos pagaban cuando acudían a moler. En época de estiaje, desde san Juan del mes de junio hasta san Miguel del mes de septiembre, se maquilaba de cada diez libras una; y el resto del año, cuando las aguas son más abundantes, de doce libras una.
El entorno del molino era un lugar apacible. La puerta de la casa, orientada hacia el solano, viento típico de la zona, (suroeste) por ella se accedía a la sala de moler. A la derecha, por una escalera de madera, se subía a la vivienda; sus paredes son de piedra; y su tejado, a dos aguas, con teja roja. Un portalón a la entrada conducía hasta las cuadras; por la parte norte de la casa penetra el agua del cauce del molino.
En unos cobertizos próximos de adobes se recogía el ganado y se guardaban los aperos para la labranza. Al lado, un cuidado huerto pone una nota de color en los aledaños del molino, donde se cultivaba la albahaca y la menta, junto con las hortalizas para el consumo de la casa: berza, acelgas, ajos, lechugas castellanas y negras, puerros y zanahorias.
Debido a su situación estratégica, justo en el tradicional paso que conducía desde Granada hacia la costa , hasta Málaga, a través de la alta Axarquía, siguiendo la línea de pueblos como Alfarnate, Riogordo, Colmenar, Casabermeja, ruta bandolera jalonada de multitud de peligros. El molino era conocidos por toda la comarca ribereña: a él llegaban cada mañana arrieros de los más diversos lugares.
En aquella época se crearon sociedades en comandita, formada por amigos: oficiales de la casa del peso de la harina y depositarios del pan cocido, corredores de la taza y mesón, oficiales nombrados por el Concejo para la compra del trigo para la villa; y, finalmente los molineros, piezas claves para la molienda del trigo.
En casa de uno, se vendía el pan para el abastecimiento de la villa y de los forasteros; las mujeres cernían la harina y amasaban el pan. Otro viajaba por las ferias de las villas y conocía a los labradores; traía trigo y era también él quien vendía la harina.
Las carretas de las hermandades de carreteros llegaban al molino tiradas por seis mulas y conducidas por expertos arrieros. Los carreteros que llegaban solían hacer su ruta con tres carretas; dos cargadas de madera; y la tercera, de productos ya elaborados en este material: gamellas, taburetes, ubios y ruedas para carros. Y completaban la carga con un buen número de pellejos vacíos para posteriormente realizar el viaje de subida a la sierra con las tres carretas cargadas con los pellejos llenos de vino tinto y clarete, hogazas de pan reciente y las talegas de harina. Llegaban el día de mercado grande en la villa, y distribuían las cargas de madera, entre carpinteros, toneleros, cuberos y carreteros. Después de almorzar en alguno de los mesones, procedían a cargar las carretas de pan, vino y harina. De Málaga bajaban, quincenalmente, dos carretas con cargas de diversas mercaderías para su entrega entre los comerciantes. Hierros de Vitoria, bacalao curado y escabeches varios , para el abastecimiento de las pescaderías , eran las manufacturas más habituales entre estos carreteros , que posteriormente pasaban por el molino.
Esta forma de vida continuó de la misma manera hasta entrado el S.XX, el Molino Jabonero seguía molturando trigo , famoso en toda Málaga por su excelente calidad, mi abuelo junto a su hermano labraban las tierras y recogían la cosecha, su madre y hermana cernían la harina y amasaban el pan, mi bisabuelo como patrón de la finca supervisaba las tareas y comenzaba la plantación de los olivos, muchos de los cuales están todavía en pie, iniciando lo que hoy en día es el motor económico de la comarca, la producción de aceite.
Con el paso de los años se siguió con el sistema de maquila, pero esta vez las aceitunas sustituyeron al trigo. Gentes venidas desde muy diversos lugares traían sus aceitunas para ser molidas en el Molino de Mariano.
Son innumerables la cantidad de personas que se han acercado en estos últimos años a las puertas del molino con lagrimas de los ojos, llenos de nostalgia, para contarme infinidad de anécdotas sobre mi abuelo y mi abuela, sobre el trabajo en el campo y en el molino, donde nunca faltaba un trozo de pan o un buen chorro de aceite para el que lo necesitase, sobre lo importante que fue en sus vidas este trozo de nuestra Andalucía, tan pequeño pero a la vez tan grande.